La gran mayoría de personas relacionadas con el deporte sabemos cuales son los cuatro pilares básicos del rendimiento deportivo: la técnica, la táctica, la forma física y la capacidad psicológica. Los deportes de equipo constan de jugadores individuales con sus propias cuatro condiciones básicas, para explotar todo el potencial del equipo se requiere de un sistema táctico colectivo dónde esas individualidades se exploten al máximo y se consigan resultados en competición. Hoy quiero hablar sobre la despersonalización de los jugadores por culpa del sistema táctico, este fenómeno lo veo constantemente en el fútbol y viendo ciertas tendencias organizativas que se están tomando en clubes formativos, creo que dar una visión psicológica sobre el tema puede ser de vital importancia.
El deporte es muy amplio, permite muchas formas de entenderlo y vivirlo, por lo que existen jugadores con diferentes posicionamientos óptimos en la competición, así cómo jugadores de múltiples perfiles aun dentro de la misma demarcación. En el fútbol, un extremo puede tener un perfil regateador, un perfil centrador, un perfil rematador, etcétera. Dada esta variabilidad de posicionamientos y perfiles de aptitudes, un sistema táctico y sus transformaciones durante el juego deberían siempre estar en un segundo plano a merced de las características de los jugadores de los que dispongo. Dado que si impongo un estilo de juego y pretendo adaptar las diferentes singularidades- los jugadores- estoy asumiendo el riesgo de que se produzca lo que llamamos despersonalización táctica.
La despersonalización táctica es el proceso conductual por el cual un jugador, a pesar de tener unas virtudes que le caracterizan y le identifican, únicamente ejecuta acciones automatizadas o deseables dentro de un estilo de juego colectivo por orden del técnico o del club. Es decir, un extremo de fútbol que su mayor virtud es su velocidad y su llegada a línea de fondo, si el sistema le obliga constantemente a jugar viniendo a recibir de espaldas a la portería contraria, aunque de un rendimiento bueno en ese comportamiento táctico, está sufriendo un proceso de despersonalización, dado que la táctica colectiva le lleva a alejarse de las acciones que le identifican cómo jugador.
Algunos efectos psicológicos de la despersonalización táctica son bastante observables desde la grada, a continuación expongo algunas consecuencias de este proceso:
- Pérdida de Autoconfianza: este es el mayor problema de la despersonalización, al disminuir notablemente la frecuencia con la que el deportista realiza sus acciones más identificativas, el deportista puede perder seguridad en dichas acciones y no atreverse a ejecutarlas. Este temor a hacer dichas acciones “mal” se incrementa si esas acciones son relativamente opuestas a lo que la táctica colectiva exige en esas situaciones.
- Pérdida de Autoestima: debido a la pérdida de seguridad en sus mayores virtudes, esas virtudes disminuyen su valor. Disminuye su utilidad y su importancia para realizar un buen rendimiento. Cuando el deportista disminuye el número de virtudes de “su lista” porque ya no son importantes, puede llegar a la conclusión de que, a pesar de rendir dentro del sistema, ha empeorado o que “ya no es bueno”.
- Inestabilidad Emocional: la despersonalización o pérdida de identidad deportiva que sufre el deportista, es un coste que el deportista asume para poder aportar al equipo y jugar. Este coste puede ser muy alto, dependiendo de cómo sus virtudes pueden ponerse en juego o no por culpa del sistema. Por lo tanto, siendo el coste tan alto, estos jugadores necesitan de un beneficio equitativo para tener una estabilidad emocional. Normalmente este beneficio lo adquieren de estadísticas, resultados o rendimiento objetivo, es decir, minutos jugados, goles, victorias…En cuanto esos minutos no llegan, canastas o goles o simplemente el equipo tras mucho esfuerzo no consigue la victoria, las emociones negativas pueden ser intensas y se produce esa inestabilidad emocional.
- Desmotivación: si el proceso de despersonalización perdura en el tiempo, el deportista puede perder muchos incentivos por los que seguir realizando ese deporte, dado que la posibilidad de destacar la percibe en relación con la posibilidad de ejecutar sus virtudes, por lo que si el sistema se lo impide, sobre todo en el deporte base, el deportista puede llegar incluso hasta abandonar el deporte o el equipo por no poder rendir y disfrutar de lo que hace en competición.
En esta foto podéis apreciar un partido de categoría infantil de fútbol entre los 2 conjuntos más importantes de Mallorca: el Atlético Baleares y el Real Mallorca. En Baleares- muy a mi pesar- la categoría infantil es la primera dónde ya se juega fútbol 11, estos jugadores de la foto llevan unos meses o un año y poco jugando a fútbol 11 y se aprecia fácilmente muchos chicos de estos equipos que viven un proceso de despersonalización por estar “encarcelados” dentro de sistemas tácticos de sus respectivos equipos dónde el juego colectivo limita la cantidad de virtudes que pueden mostrar,por lo que se ejecuta un juego robotizado y condicionado.
Es obvio que los equipos con jugadores con menos capacidades individualmente hablando, requieren de la fuerza del equipo y su fortaleza para resistir en competición es, sin duda, el estilo de juego y la táctica colectiva. El problema viene cuando hay grandes jugadores en el equipo y se observa que no evolucionan o no muestran sus virtudes por ser peones dentro de una estrategia cerrada de juego combinativo. Me tomo la libertad de, en esta frase, dar mi opinión diciendo que la escuela Barça, los guardiolas y los mourinhos han hecho mucho daño al fútbol base.
Debido a este hecho que me encuentro a menudo y debo trabajar en consulta con un trabajo en autoconcepto y autoconfianza, para subsanar el daño producido por la “encarcelación” de estos jugadores dentro del sistema; me resulta bastante necesario activar el debate de si es positiva la tendencia de los clubes a tener un departamento de metodología o la tendencia de clubes profesionales a preestablecer en todo el fútbol base el mismo sistema y estilo de juego del primer equipo.
Un departamento de metodología pretende controlar el tipo de tareas de entrenamiento que ejecuta un técnico y los conceptos tácticos que se enseñan a los jugadores para mantener un mismo estilo de juego en todas las categorías del fútbol base de un club. Es evidente que este trabajo es beneficioso para el club siempre que coincida con el estilo del primer equipo, dado que se “fabrican” jugadores adaptados a jugar de un modo idéntico a la plantilla de máximo rendimiento del club, por lo que ahorran costes en fichajes y en periodos de adaptación. No quiero entrar en si aporta beneficios a los técnicos o no. Pero es evidente que este tipo de “táctica unificada en el club” genera muchos jugadores despersonalizados que si sobreviven es por las emociones positivas recibidas de resultados positivos. Cabe puntualizar, que no les sucede a todos los jugadores, únicamente a esos jugadores que por las características de las exigencias tácticas de sus posiciones no les permite desarrollar sus potencialidades o virtudes, y estos jugadores son un alto porcentaje de los que componen esos equipos.
Bajo el sentido del bienestar o desarrollo psicológico, lo aconsejable sería optar por dos vías de prevención a ejecutar por los clubes:
- Prescindir de la idea de fichar los mejores jugadores individualmente hablando y optar por fichar jugadores que sean los más adaptados a las exigencias posicionales del estilo de juego táctico. Por ejemplo, si el máximo goleador infantil de Mallorca tiene un perfil de delantero centro de velocidad y de jugar con espacios a la espalda de la defensa, propicio para jugar al contraataque o mediante un juego directo y cómo club, yo tengo un estilo combinativo donde en esa demarcación la exigencia táctica es la de venir a recibir y tocar de cara con los compañeros en situaciones dónde el rival se cierra en su campo, fichar a ese delantero es una pretensión egoísta y que en el intento de adaptarle a ese juego- el cual sabe realizar sin problema- voy a despersonalizar el juego de ese jugador si no le doy libertad dentro del sistema para realizar su juego. Por ello, debo ser consecuente con mi departamento de metodología y fichar a un delantero que meta goles pero encaje en el perfil táctico para que las exigencias tácticas, en lugar de ser un coste para el jugador, sean una promoción de sus virtudes.
- Prescindir de un ideal táctico preestablecido y con ciertas pautas, poner en responsabilidad de los técnicos el estilo de juego para que lo ejecuten a la medida exacta de las potencialidades de los jugadores de sus respectivos equipos.
Si estás en un club dónde te sientes despersonalizado, dónde el estilo de juego te encadena a unos deberes tácticos que no fomentan tus virtudes, es posible que debas estudiar la posibilidad de cambiar: o tus propias virtudes o el equipo dónde estás.
Un equipo es un grupo de individualidades coordinadas por la táctica colectiva y objetivos comunes, pero la base son las individualidades para generar el mejor estilo táctico de juego. Los valores para la vida y para el deporte, en este caso el valor de ser congruente. El deporte base tiene cómo objetivo perfeccionar jugadores y promocionar jugadores– o así debería ser- si se permite que jugadores estén encadenados a una táctica que no les beneficia no soy congruente con el objetivo primero del deporte base.
Cuando aparece la despersonalización táctica en varios jugadores de una plantilla, hay varias cosas que no son congruentes con el objetivo primario del deporte base, algo debemos cambiar.